El Brexit me ha obligado a unirme a quienes se preparan para el fin del mundo
Pilita Clark
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Pilita Clark
Durante muchas semanas, las preguntas sobre el Brexit que les preocupan a mis colegas en la oficina han seguido un patrón predecible. ¿Hay algo que pueda resolver el dilema de la frontera de Irlanda del Norte? ¿Aprobarán en algún momento el trato de Theresa May? ¿”Tormenta de mierda” es una expresión aceptable?
Pero la interminable disputa con respecto a cómo y cuándo el Reino Unido abandonará la Unión Europea ha cambiado las cosas en mi lugar de trabajo, como en muchas otras oficinas británicas. Para empezar, la perspectiva de que Gran Bretaña salga de la UE sin un acuerdo ha revelado las marcadas diferencias entre los organizados y los caóticos.
Es posible que se haya retrasado el plazo límite pero, hoy por hoy, los empleados que pasaron por la molestia burocrática de renovar sus pasaportes parecen ser mucho más inteligentes que los que no se molestaron en hacerlo. Como están las cosas, cualquiera que intente tomar un viaje de negocios a Frankfurt con un pasaporte que se va a expirar en menos de seis meses tal vez no salga del aeropuerto.
Lo mismo se aplica a las personas que se molestaron en averiguar qué compañías de teléfonos móviles van a seguir las normas de la UE que prohíben los cargos adicionales en el extranjero. En poco tiempo, las reglas tal vez no se apliquen.
Se han expuesto aún más divisiones, ya que el Brexit ha obligado a las personas a enfrentarse a una actividad que, alguna vez se consideró con vergüenza: el acopio de suministros.
La primera vez que una de mis colegas admitió que había estado comprando papel de baño en volumen, la gente se sorprendió tanto que una persona inmediatamente publicó la noticia en Twitter. Yo estaba entre los aturdidos. Obviamente, había leído informes de que el Reino Unido es uno de los mayores importadores de papel higiénico de Europa y el Brexit podría causar una escasez. Pero no tenía la intención de unirme a las filas impropias de quienes se preparan para el fin del mundo.
Eso fue antes de que el hombre que se sienta junto a mí en la oficina me informara que había estado en un supermercado Morrisons durante el fin de semana y que los estantes del papel higiénico estaban vacíos. Inmediatamente visité Ocado, el supermercado en línea, donde afortunadamente había buenas noticias. Los paquetes de nueve rollos de papel todavía parecían estar fácilmente disponibles. La semana pasada no fue una sorpresa escuchar que el jefe de Morrisons había dicho que había visto “un repunte” en las ventas de papel higiénico y analgésicos.
La sensación de vergüenza que una vez se asociaba con la idea del acopio ha desaparecido para resaltar la noción de que el acaparamiento tal vez no sea una mala idea.
En otras oficinas, ha habido más controversia. Hace una semana, un amigo me dijo que había estado tratando con una compañía de marketing de Londres cuyo jefe le había dicho que había habido una disputa tan grande sobre el Brexit entre el personal de la firma, que ésta había suspendido brevemente sus operaciones y había prohibido el debate sobre el tema en la oficina.
No pude hablar con el jefe en cuestión, pero un colega escribió un artículo sobre un grupo de personas que votaron por el Brexit que sienten que no pueden hablar sobre esto en el trabajo y que han creado su propio club social nacional, que el mes pasado contaba con más de 4 mil miembros.
En los lugares donde hay cada vez más temores de que un Brexit sin acuerdo amenace los empleos, las tensiones han sido más evidentes. Cuando Nissan revirtió la decisión de fabricar un nuevo modelo 4x4 en su planta de Sunderland en el norte de Inglaterra el mes pasado, un concejal local en otra ciudad de fabricación de autos se metió en problemas por decir que los trabajadores que habían votado por abandonar la UE “deberían ser despedidos primero”.
El Servicio de Conciliación, Arbitraje y Asesoramiento (ACAS, su sigla en inglés) para relaciones laborales, dice que el personal de su línea de ayuda ha recibido llamadas relacionadas con el Brexit de varias personas.
Una ciudadana de la UE que trabajaba en el Reino Unido temía que no se le permitiera regresar si se iba de vacaciones, me dijo un portavoz la semana pasada. Otra persona había sido despedida por mala conducta, pero creía que la verdadera razón era que su fábrica se estaba trasladando a otro país en la UE. En total, sin embargo, ACAS dice que no ha habido un aumento en el volumen de llamadas relacionadas con el Brexit.
CIPD, un organismo para profesionales de recursos humanos, también ha dicho que no se ha topado con ningún incidente importante relacionado con el Brexit. “Pero todos entienden que es un momento divisivo”, dijo David D’Souza, director de membresía de CIPD. “Hay una preocupación subyacente sobre lo que sucederá en las próximas semanas”. De hecho sí hay gran preocupación y, por lo pronto, desgraciadamente, no hay un final a la vista.